Condimenta la carne molida con orégano, sal y pimienta. Reparte la carne en cuatro partes y luego aplana cada cuarto en la palma de tu mano, ponle un poco de queso en medio y moldea la carne en forma de albóndiga, de manera que el queso quede dentro.
Hierve la pasta en agua salada sin cocerla demasiado y luego enjuágala brevemente. Mezcla los huevos con queso y harina. Condimenta esta mezcla con sal, pimienta y nuez moscada.
Revuelve la pasta con la mezcla de queso y huevo. Forra cuatro tazones pequeños con plástico para alimentos, añade un poco de la pasta con queso y coloca una albóndiga rellena en el medio de cada uno. Cubre la albóndiga con una capa de pasta.
Cierra el plástico para alimentos doblándolo hacia adentro y presiona los pasta ligeramente. Luego pon a enfriar los tazones llenos en el refrigerador durante una hora.
Abre de nuevo el plástico para alimentos y coloca las cúpulas de pasta en una bandeja de horno forrada con papel de horno; retire con cuidado los tazones y el plástico para alimentos. Espolvorea las cúpulas de pasta con parmesano y hornéalas durante 35 minutos a 175 °C o hasta que se doren.
Mientras tanto, fríe el ajo y la cebolla para preparar la salsa de tomate. Añade un poco de vino tinto y luego los tomates y las especias para la salsa. Deja que la salsa de tomate se cocine a fuego lento durante unos 30 minutos. Después sazónala con sal y pimienta.
Antes de servir las cúpulas, agrégales salsa de tomate y rocíales perejil fresco.