Echa la harina y la pizca de sal en un bol. Agrega la mantequilla fría y amasa rápidamente con las manos hasta que la mezcla esté arenosa. Agrega el huevo y el agua fría y amasa rápidamente hasta obtener una masa suave. Forma una bola con la masa, envuélvela en film transparente y déjala reposar en el refrigerador por al menos 30 minutos.
Mientras tanto, pela las zanahorias y córtalas en palitos o rodajas. Mézclalas con aceite de oliva, sal, pimienta y orégano. Extiende las zanahorias en una bandeja para hornear forrada con papel de hornear y tuéstalas en el horno precalentado a 200 °C (calor arriba/abajo) durante unos 15 minutos.
Lava y seca las ramitas de tomillo. Retira las hojas. Lava la mitad del limón y ralla un poco de su cáscara.
Mezcla la ricotta en un bol con las hojas de tomillo fresco, la ralladura de limón y la nuez moscada. Sazona la mezcla con sal y pimienta al gusto.
Extiende la masa sobre una superficie de trabajo ligeramente enharinada y colócala en el molde. Presiona ligeramente la masa hacia arriba por el borde y pincha la base varias veces con un tenedor.
Extiende la mezcla de ricotta uniformemente sobre la base de la tarta. Coloca las zanahorias asadas encima de forma decorativa. Luego, espolvorea los piñones por encima.
Hornea la tarta en el horno precalentado a 180 °C (calor arriba/abajo) durante unos 35-40 minutos, hasta que la masa esté dorada.
Retira la tarta del horno y rocíala con un poco de miel mientras aún está caliente y desmenuza un poco de feta por encima, si lo deseas.
Déjala enfriar un poco antes de servir.